Uno de los problemas más corrientes, y también más desafortunados que hay, es tomarse los reveses y los fallos como cuestiones personales, como si algo anduviera mal en nosotros. Pocas veces nos ponemos a pensar que son invitaciones a cambiar nuestra conducta. Llega un punto en que comenzamos a mirarnos como fracasados, y no como personas que han tenido un fracaso, que es en definitiva lo que realmente sucede. Por tanto, es importante poseer la capacidad para aprender de nuestros errores, pero nunca caer en la pérdida de autoestimas. Si el error viene acompañado de la pérdida de autoestima, jamás podremos aprender y salir adelante.
En este blog trataremos de dar ideas que puedan resultar beneficiosas para tu empresa. Hemos tomado el punto particular de base el aspecto psicológico y emocional de las personas, ya que mucha teoría administrativa hay por ahí en la web, pero no tanto en este aspecto.
martes, 12 de abril de 2011
martes, 27 de julio de 2010
6 - Abandone la noción de que sólo vale la pena jugar la partida para ganar.
Dese luego que hay que apuntar al éxito, si no para qué tanto esfuerzo. Y cuando el éxito se alcanza hay que celebrarlo. Pero si sólo eso es lo que nos importa, cuando tengamos una decepción o un dolor, difícilmente lo toleraremos. Un revés ocasional no nos debe marcar permanentemente.
Entonces es aconsejable fijarse en el proceso, y no sólo en el premio.
Dese el gusto de disfrutar la satisfacción de hacer bien el trabajo en todos sus detalles. Y concédase recompensas cada vez que haya superado alguno de los obstáculos que irán saliendo al paso.
sábado, 3 de julio de 2010
5 - Ponerlo en perspectiva
Cuando vivimos una situación, y "no nos va bien", la sensación de haber fracasado nos parece lo más grave del mundo. Entonces en ese momento, y antes de caer en la desesperación y la desesperanza, tenemos que hacernos la siguiente pregunta: esto que me pasa hoy, ¿tendrá tanta importancia dentro de diez años?
Y antes de responder la pregunta cabe hacer una pequeña reflexión. Considere ocasiones anteriores en que creyó haber fracasado.
¿Realmente fueron tan desesperadas como parecieron entonces?
¿Y los testigos, cree que lo han juzgado por ello?
Analice: Usted mismo, ¿dedica su tiempo a vigilar los fallos de los demás para tenerlos en cuenta toda la vida?
Por supuesto que no. Lo más probable es que incluso las veces que nos pareció quedar en ridículo apenas se fijase nadie y además lo habrán olvidado desde entonces.
Y antes de responder la pregunta cabe hacer una pequeña reflexión. Considere ocasiones anteriores en que creyó haber fracasado.
¿Realmente fueron tan desesperadas como parecieron entonces?
¿Y los testigos, cree que lo han juzgado por ello?
Analice: Usted mismo, ¿dedica su tiempo a vigilar los fallos de los demás para tenerlos en cuenta toda la vida?
Por supuesto que no. Lo más probable es que incluso las veces que nos pareció quedar en ridículo apenas se fijase nadie y además lo habrán olvidado desde entonces.
Etiquetas:
Ponerlo en perspectiva
jueves, 13 de mayo de 2010
4 - Establecer nuestros propios criterios de lo que es un trabajo bien hecho
Los que vienen siguiendo nuestros relatos recordarán el caso de Rosita. En éste, para ella el éxito dependía de lo que esperaba que manifestasen sus oyentes. Sin embargo, estos guardaron silencio con respecto a su exposición. Como no hubo manifestaciones de ninguna clase, Rosita consideró que había fracasado. Lo que ella hizo realmente fue depositar su autoestima en otras personas. Pero nosotros, siempre que podamos, haremos que la medida de nuestros éxitos sea independiente de los juicios de otras personas y también de la medida de la percepción que tengamos de dicho juicio. Entonces hay que tener en cuenta dos cosas: el juicio de terceros y la percepción que tengamos de ello. Por ejemplo en una entrevista de empleo tenemos que fijar nuestra mente en como resolvemos las preguntas. Para tener la mente libre tenemos que desentendernos del resultado, esto es si seremos elegidos o no. Haciendo este planteamiento nos emancipamos de la estimación de los demás, y además tendremos pistas de lo que deberíamos hacer de otra manera en el futuro.
Etiquetas:
Establecer nuestros propios criterios.
lunes, 26 de abril de 2010
La contrariedad como fracaso
Sigamos viendo qué le pasó a Rosita (en el ejemplo que dimos algunas semanas atrás).
¿Cómo es posible que el juicio de Rosita se apartara tanto de la realidad? El primer error que ella comete, con lo que tiene que ver con su autoestima, fue concederle tanta importancia a la reacción de sus oyentes.
Ella tenía que dar una presentación y le dio un rango de trascendencia. Para ellos, los oyentes, no fue sino un evento más de una reunión larga y tediosa. Todos los que hemos actuado en cargos gerenciales sabemos que la primer hora es agradable, pero luego uno se cansa y ya no lo es tanto. Y ella interpretó los semblantes inexpresivos y la ausencia de preguntas como un fracaso por su parte, cuando en realidad eran producto de una agenda demasiado cargada y una desatención por parte de los presentes. Lo que se quedó demostrado en la sequedad del agradecimiento y la invitación a abandonar la reunión enseguida.
Lo paradójico es que, si los consejeros se hubiesen dado cuenta de la dificultad que representaba el encargo de Rosita, a lo mejor habrían agradecido más expresivamente el esfuerzo. Pero lo único que vieron fue una ejecutiva joven que despachaba con eficiencia una explicación rutinaria. La misma fue tan clara y tan completa, que hizo innecesaria cualquier intervención o cualquier turno de preguntas al final de la misma.
El segundo error de Rosita fue exigirse demasiado a sí misma. Ella sólo se permitía la perfección., exagerando fuera de toda medida cualquier pequeño fallo. Tal vez un fallo en que no había reparado nadie más.
Cosas así nos pasan todos los días. Este tipo de equívocos es más usual de lo que creemos. Vemos fallos en donde no ha pasado nada, sentidos el dolor de la humillación, y procuramos en adelante evitar cualquier experiencia de ese orden.
Por supuesto que no todos los reveses son producto de percepciones equivocadas. Todos estamos expuestos a cometer errores inequívocos, innegables. Pero la sensación de fracaso es algo que añadimos por nuestra propia cuenta. Incluso cuando vivimos una auténtico revés no conseguimos verlo como un reto para volver a empezar, o una invitación a cambiar de línea de conducta. Quedamos convencidos de que el fallo está dentro de nosotros.
Entonces vivimos con el afán de no repetir la experiencia, por el simple hecho de querer evitar y reducir la futura incidencia en nuevos errores semejantes. Pero si continuamos así llegaremos al extremo de no querer asumir nunca ningún riesgo ni ensayar nada nuevo. Esta situación, claramente, no conduce a ningún logro, y se torna ruinosa para la confianza en uno mismo.
Además, no tiene sentido empecinarse en la línea que conduce al fracaso. Así que necesitamos una estrategia que, además de reducir la incidencia de los reveses innecesarios, nos proporcione recursos para asumirlos positivamente en caso de que se produzcan. Por eso es nuestra tarea tratar de ir orientando desde este blog que cosas podemos poner en práctica.
Etiquetas:
La contrariedad como fracaso.
sábado, 27 de febrero de 2010
La contrariedad como fracaso
La contrariedad se vive como un fracaso, y la experiencia del fracaso da rienda suelta a un montón de pensamientos negativos. Cada vez que tengamos un reto similar al que el que propició el fracaso, nos resistiremos a enfrentarlo. Nos protegemos de esa manera de volver a pasar por una experiencia igual. Y a la vez comenzamos a imaginar que el resto de las personas están observando nuestra ineptitud, nos juzgan y nos condenan.
Es tan triste como cierto: el fracaso deja más huellas y además huellas más profundas que los éxitos. Si una conducta es percibida como una metedura de pata, la misma hace dudar de uno mismo anulando incluso toda una larga serie de victorias.
El fracaso, ¿qué es en realidad? Vistos en forma positiva, los fracasos no son sino simples contrariedades que se nos presentan en el camino, son retos que debemos superar.
Veamos algunos ejemplos:
· * Recibimos un encargo pero nos plantea un problema imprevisto.
· * Necesitamos financiamiento adicional pero nos deniegan el crédito.
· * Se produce una vacante a nivel superior pero prefieren a otro candidato,
· * Perdemos un contrato importante.
· * Se reestructura la empresa y nuestro puesto de trabajo figura entre los que desaparecen.
Vemos los dos primeros ejemplos y considerémoslos como retos. Y si son retos, ¿Por qué también los demás? Desde luego que no conseguir un ascenso sí reviste mayor carácter de revés personal y rechazo. Si se pierde el empleo repercute y se complica con la posible inminencia de cambios en la vida de uno, cambios que además pueden volverse profundos. Pero si los miramos desde la perspectiva correcta, todos ellos son desafíos. Ninguna de estas contrariedades o “fracasos” son motivo valedero para tirar la toalla.
La verdad es que el juez más severo con respecto a nuestra actuación somos nosotros mismos. Los indicios para el veredicto que tanto va a repercutir en nuestra autoestima muchas veces suele ser muy débil.
Etiquetas:
La contrariedad como fracaso.
lunes, 15 de febrero de 2010
3 - Barajar varios puntos de vista
Las situaciones de la vida admiten más de un punto de vista, y esto es algo que todos sabemos.
También las situaciones del ámbito profesional no dejan de escapar de esto.
¿Qué les quiero decir? Que ante cualquier acontecimiento siempre podemos cambiar nuestro punto de vista. Y esto no es cuestión de falta de principios o de inestabilidad. Es la necesidad de llegar a un punto de apoyo para rehacernos.
Entonces cabe hacerse algunas preguntas:
- ¿De qué otra manera podríamos considerarlo?
- ¿Qué opciones tengo?
- ¿Qué cosas nuevas he aprendido de esta experiencia?
- ¿Cómo lo haré mejor la próxima vez?
Hacernos estas preguntas cada tanto o frente a cada situación, nos exigen que les demos una respuesta. Estas respuestas no encaminaran hacia una reacción positiva frente a la dificultad.
¿Podemos agregar otras preguntas? Por supuesto. Pero tienen que ser del género correcto. Tienen que ser preguntas que nos ayuden a progresa. Si nosotros nos quedamos cavilando sobre las ruinas, estaríamos cometiendo un error, no estaríamos en lo correcto.
Preguntas tales como: "¿en qué me he equivocado?", me deja mirando hacia atrás.
Hay que reformular la cuestión y decir: "¿qué voy a hacer de manera distinta en adelante?", y así miramos al futuro.
También las situaciones del ámbito profesional no dejan de escapar de esto.
¿Qué les quiero decir? Que ante cualquier acontecimiento siempre podemos cambiar nuestro punto de vista. Y esto no es cuestión de falta de principios o de inestabilidad. Es la necesidad de llegar a un punto de apoyo para rehacernos.
Entonces cabe hacerse algunas preguntas:
- ¿De qué otra manera podríamos considerarlo?
- ¿Qué opciones tengo?
- ¿Qué cosas nuevas he aprendido de esta experiencia?
- ¿Cómo lo haré mejor la próxima vez?
Hacernos estas preguntas cada tanto o frente a cada situación, nos exigen que les demos una respuesta. Estas respuestas no encaminaran hacia una reacción positiva frente a la dificultad.
¿Podemos agregar otras preguntas? Por supuesto. Pero tienen que ser del género correcto. Tienen que ser preguntas que nos ayuden a progresa. Si nosotros nos quedamos cavilando sobre las ruinas, estaríamos cometiendo un error, no estaríamos en lo correcto.
Preguntas tales como: "¿en qué me he equivocado?", me deja mirando hacia atrás.
Hay que reformular la cuestión y decir: "¿qué voy a hacer de manera distinta en adelante?", y así miramos al futuro.
Etiquetas:
Barajar varios puntos de vista.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)